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febrero 18, 2025
Existen muchas clases de perlas, que categorizaremos en tres grupos: perlas naturales, perlas cultivadas y perlas sintéticas. Podemos encontrar varios tipos de perlas cultivadas entre las de agua salada —donde encontramos las Akoya, las Australianas y las Thaití— y las perlas de agua dulce. El valor de una perla lo determina la forma, el tamaño, la cantidad de nácar, y el color y lustre de la superficie.
A continuación, vamos a profundizar en esta información.
Desde hace siglos, las perlas se han asociado con el lujo y la elegancia. Pero, ¿qué son realmente?
Las perlas se forman en el interior de ciertos moluscos, como ostras y mejillones. Cuando este proceso ocurre de manera espontánea, da lugar a perlas naturales, consideradas extremadamente raras.
El crecimiento de una perla natural es un proceso complejo. Se estima que solo una de cada 10,000 ostras llega a producir una perla natural, lo que las convierte en auténticas rarezas.
En cambio, si hay intervención humana, hablamos de perlas cultivadas. En este caso, el molusco sigue produciendo nácar, pero a partir de un núcleo implantado por una persona, generalmente elaborado con concha de otro molusco.
Esto no significa que este tipo de perlas sean de menor calidad. Es más, las perlas cultivadas en el océano necesitan entre dos a seis años para formar una sola perla, convirtiéndolas en piezas exclusivas con un excelente brillo. En BIJOYA seleccionamos cuidadosamente las perlas cultivadas de la mejor calidad para ofreceros las mejores joyas.
Es importante no confundir estos dos tipos con las perlas sintéticas, que se elaboran con un núcleo de vidrio o plástico recubierto para imitar la apariencia de las perlas orgánicas. Este último tipo de perlas no se forman dentro de un molusco y carecen de las capas de nácar que le dan durabilidad a la pieza.
Dentro de las perlas cultivadas se distinguen las de agua dulce y las de agua salada.
Las perlas de agua dulce, también conocidas como Fresh Water, se cultivan principalmente en China y Japón. Para producirlas, se inserta un tejido del manto de otro molusco, que con el tiempo se va recubriendo de nácar, formando hasta 32 perlas en un periodo de alrededor de dos años, lo que las convierte en una de las más utilizadas en joyería. Este proceso da lugar a una mayor variedad de tamaños y formas.
Por otro lado, las perlas de agua salada se forman en el océano. Estas perlas suelen ser más grandes que las de agua dulce, y como mencionamos previamente, el molusco que las produce solo genera una perla en un período de dos a seis años. A diferencia de las anteriores, al ser formadas mediante el injerto de un núcleo circular, las perlas de agua salada tienden a ser más simétricas y redondas.
Dentro de esta última categoría, encontramos los tres tipos principales de perlas: las Akoya, las Australianas (o del Mar del Sur) y las Tahití.
Las perlas Akoya se cultivan en China y en Japón. Se caracterizan por tener un brillo muy superior al de las perlas de agua dulce, con reflejos más rosáceos, lo que las hace muy valoradas.
Este tipo de perlas destacan por su mayor tamaño, llegando algunas a medir hasta 22 milímetros. Tienen un brillo más sedoso, generalmente en tonos blanco, plateado y dorado.
Se caracterizan por su tonalidad oscura con reflejos en colores negros, verdes, azules y marrones. Estas perlas son propias de la Polinesia Francesa y entre ellas se encuentran las famosas perlas chocolate.
El valor de las perlas cultivadas lo determinan el tamaño, la forma y la cantidad de nácar.
Cuanto más grande es la perla, más rara y difícil de cultivar supone, y más elevado es el precio. La forma de la perla también influye, ya que las más codiciadas son las más simétricas y perfectas. Además, cuantas más capas de nácar tenga, mayor será el brillo de la perla, lo que también aumentará el valor.
En BIJOYA puedes encontrar una amplia variedad de joyas con distintos tipos de perlas cultivadas. Desde pendientes hasta sortijas, estas perlas dan un toque y brillo único a las joyas. Además, cada perla posee un carácter único, por lo que, ya sea que prefieras un brillo intenso o sedosa o un tono particular, encontrarás aquella que mejor armonice con tu estilo y personalidad.
Aunque las Akoya, Australianas y Tahití son las más comunes, también existen otro tipo de perlas. Las perlas Abulón se forman en moluscos marinos llamados abulones, y suelen tener una forma irregular, normalmente de cuerno, y destacan por su iridiscencia.
Otra perla de agua salada es la perla Mabe que son perlas de media esfera que se forman en la concha del molusco. Estas son bastante utilizadas en la joyería debido a su superficie plana, facilitando montarla en pendientes, anillos y colgantes.
En conclusión, las perlas pueden ser naturales, cultivadas o artificiales. Las perlas naturales se encuentran espontáneamente dentro del molusco, siendo tan extrañas como valoradas. Para obtener las perlas cultivadas, se necesita un proceso de nucleación que el molusco recubrirá de nacar naturalmente, ofreciendo una calidad muy superior que les otorga un gran valor. Las perlas sintéticas, al ser creadas en base a plástico y vidrio recubierto con un barniz, no poseen la misma durabilidad ni calidad.
Las perlas cultivadas son una gran opción para apostar por la calidad y durabilidad de forma asequible. Con su distinta apariencia, seguro encontrarás la que mejor se adapte a tus gustos y preferencias. ¡Visita nuestra colección de perlas cultivadas!
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